Puente de Santo Domingo de la Calzada
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1047
PUENTE|PIEDRA
LA RIOJA | LA RIOJA | SANTO DOMINGO DE LA CALZADA
El puente de piedra sobre el río Oja en Santo Domingo de la Calzada. Realizado en sillería, se compone de 16 vanos con arcos de medio punto. Por encontrarse en un recorrido tan trascendental como es la ruta jacobea, fue objeto desde la Edad Media de numerosas intervenciones en su fábrica. Sin embargo, las principales reformas se realizaron en la segunda mitad del siglo XIX. Pese a la negativa a la construcción de un moderno puente de hierro para mantener su tradicional aspecto, no evitó su transformación total en aquella época.
El primer puente fue construido por Santo Domingo en el siglo XI, para facilitar el paso del río Oja a los peregrinos, que tenían que vadearlo poniendo en peligro sus vidas en las épocas de crecidas. Esta primera obra era una construcción mixta de cepas de piedra, sobre las que se asentaba un tablero de madera.Tras construir una nueva calzada para mejorar el viaje de los peregrinos, comenzó a edificar un puente de piedra cercano a otro anterior, que podía estar en mal estado o haber perdido funcionalidad por un cambio en el cauce del río. Según las fuentes, era de grandes dimensiones, con 24 o 25 arcos, probablemente de medio punto, sobre anchas cepas con tajamares triangulares, como era habitual en la época. La obra debió concluirse entre 1046 y 1047.
La importancia del camino hizo que los numerosos peregrinos extendiensen la fama milagrera del santo y la grandiosidad de su puente. El propio rey Alfonso VI, enterado de estas noticias, decidió visitar la obra en el año 1076. Debió ser entonces cuando encargó a Santo Domingo que construyera y reparara todos los puentes existentes en el Camino Francés desde Logroño hasta Santiago de Compostela. No obstante, como apunta María Jesús Martínez Ocio, todo esto se reconstruye en base a fuentes escritas unos 400 años después de la muerte de Santo Domingo, por lo que los datos de esta primera etapa "se pueden considerar más cercanos al mundo de la tradición y la leyenda que al de los hechos históricos".
Ya en el siglo XV, los Reyes Católicos otorgaron a la ciudad el importante privilegio de la franquicia de pedidos, monedas y servicios. La contrapartida para el concejo era reparar el puente y mantenerlo siempre practicable. En el siglo XVI, la riada de 1561 destruyó algunas pilas y arcos, y el paso fue restaurado por el maestro Juan Ochoa de Arranotegui. Las obras de reparación fueron habituales a lo largo de la historia constructiva del puente, debidas bien a riadas, bien al deterioro de la estructura o por defectos de fabricación. Alguna de ellas llevó al Ayuntamiento de la ciudad, concretamente en 1636, a concertar nuevas reparaciones.
No se vuleven a tener noticias del puente hasta el último tercio del siglo XVIII, aunque es más que probable que, en los cerca de 130 años transcurridos, el puente sufriera constantes intervenciones como es habitual en este tipo de obras públicas. Las noticias de este siglo hacen referencia a una riada del Oja ocurrida en 1775 que arrastró parte del puente destruyendo cuatro arcos e inutilizando otros tres.
En el siglo XIX, la construcción entre 1861 y 1864 de la sección de la carretera de Burgos a Logroño a su paso por Santo Domingo se realizó aprovechando en parte el trazado del viejo Camino de Santiago, reutilizando alguno de los pasos ya existentes y reformando totalmente otros. En la memoria realizada sobre el estado de los puentes, se dice que el de Santo Domingo tenía 24 arcos de luces variables, estando la mayoría de ellos en ruina, especialmente en lo referente a sus dovelajes.
En 1862, se aprobó un proyecto del ingeniero Ricardo Bellsolá para el recalce del estribo de la margen derecha, que carecía de cimientos en su mayor parte. Tras esta intervención el puente presentaba una longitud total de 148 m y 16 arcos, en general de medio punto. Presentaba además luces variables y cepas con tajamares de distinto saliente de planta ojival y espolones rectangulares. También se colocaron barandillas de hierro, consideradas por el Ayuntamiento como causa del deterioro de la obra, del que Bellsolá culpaba a los vecinos. Este fue el detonante de que el consistorio solicitara que el ensanche del puente se realizara mediante arcos de fábrica, manteniendo de esta forma la primitiva fisonomía del puente con arcos y pretiles de sillería. Bellsolá, Ingeniero Jefe, preparó un nuevo proyecto de reparación y ensanche, cuyo estudio previo fue realizado por Cesáreo Moroy.
La ampliación, terminada en 1879, se realizó mediante arcos escarzanos realizados en piedra que, adosados agua abajo a la fábrica antigua, se apoyaban sobre los espolones de ésta. Las luces de éstos variaban entre ellos y respecto de los antiguos, ya que en la unión cada uno debía acomodarse al arco antiguo correspondiente. A lo largo del siglo XIX el puente aumentó la anchura de su tablero y redujo la longitud y capacidad de desagüe, al disminuir el número de arcos de 24 a 16.
Martínez Ocio, M. J. (1993). Santo Domingo y la construcción del puente de Santo Domingo de la Calzada. En: Iglesia Duarte, J. I. de la (coord.), IV Semana de Estudios Medievales: Nájera, 2-6 de agosto, p. 301-308.
Muy relevante |
Escaso interés |
Alto referente en la memoria colectiva |
Muy poco singular |
Alterada respecto a los distintos periodos |
No afecta a la atmósfera del lugar |