Presa de la Peña


1913

PRESA|MAMPOSTERíA Y SILLARES
ARAGóN | HUESCA | HOYA DE HUESCA



Descripción:

Otra importante iniciativa de riego en Aragón a principios de siglo es la presa de La Peña (1913). Allí, los constructores se tuvieron que enfrentar con los importantes caudales del río Gállego el cual, tras recoger las aguas del Pirineo en el amplio Valle de Tena, atraviesa el estrecho de Biescas -donde 60 años más tarde se construirá la presa de Búbal- y sale a Sabiñánigo, orientándose hacia el oeste para girar después y afrontar el prepirineo, cerca del enigmático Monasterio de San Juan de la Peña por la Sierra de Loarre. El río se encuentra entonces con un pequeño valle, hoy ocupado por el embalse, y se estrecha en una zona de calizas numulíticas y conglomerados que muestran su esplendor algo más abajo en la zona de los Mallos de Riglos.

Los nada desdeñables 59 m de altura del muro se acoplan bien a una cerrada excelente, tanto por resistencia como por estanqueidad. En la Peña, lo difícil era manejar los caudales del Gállego y su diseño fue un verdadero alarde en cuanto al número y variedad de sus dispositivos de desagüe y alivio. Su autor, el gran ingeniero Severino Bello -luego director del Canal de Isabel II desde 1924 hasta casi el final del mandato de Indalecio Prieto como Ministro de Obras Públicas- estimaba que el caudal del Gállego en primavera podría colmar cinco pantanos como el de la Peña.

Para aliviar unos caudales estimados de 2900 m3/s, que elevaban el nivel del río hasta 20 m sobre el nivel ordinario, además de la clásica galería inferior de limpia, hoy fuera de servicio, Bello dispuso dos desagües de fondo, uno de 16 m3/s de capacidad en cada margen, y cuatro tomas superiores de 4 m3/s cada una, agrupadas en la margen izquierda. El vertido de estas últimas es conducido por un túnel hasta un canal curvo de desagüe muy pendiente excavado en la roca que lo fuerza a girar hacia la presa, para caer muy cerca de su pie.

De acuerdo con las pautas entonces vigentes, el aliviadero se separó del muro y se dispuso en túnel, alejado de la cerrada. Está constituido por diez túneles paralelos controlados por diez compuertas basculantes automáticas de alzas móviles dispuestas en línea, capaces de desaguar 30 m3/s cada uno, que van entrando en servicio a medida que son necesarios. Para la época, nueve túneles pequeños era un trabajo más abordable que uno o dos grandes. Una preciosa maqueta, presentada a la exposición del Congreso de Riegos de Valencia (1921) y conservada en la presa, permite ver como la presión del agua al alcanzar un nivel prefijado supera la resistencia de los contrapesos y hace bascular la compuerta. Cada compuerta tiene un contrapeso a cada lado, a los cuales se vincula por medio de sendas bielas de acero, que se repiten pareadamente a lo largo de la línea formando un peine o rastrillo plateado que se clava en la ladera.

La presa se realizó con la finalidad de poner en riego 16.000 ha de vega en Zaragoza y provincia, según una concesión de 15 de octubre de 1903 por la cual el sindicato de regantes aportaba una parte en metálico y la energía producida por la central, y el Estado se hacía cargo del 50% del coste de las obras, financiando el resto al sindicato durante 30 años. El coste de la presa fue bastante elevado, debido a la necesidad de cimentar el muro a 18 m bajo aguas ordinarias en un cauce plagado de marmitas de gigante, al coste del aliviadero y los desagües de importe similar al de la presa, y al coste de reposición de carreteras y ferrocarril, que exigió importantes puentes y túneles, de parecida cuantía a los anteriores.

La presa de la Peña fue una obra importante para la ingeniería española de principios de siglo, y su proyecto y ejecución fue seguido con detalle en la Revista de Obras Públicas que la definió como 'un triunfo de la ingeniería', dedicándole siete artículos. De hecho, incorporó novedosas soluciones de diseño, como la reducción del espesor en la base permitida por lo estrecho de la cerrada en su parte inferior y por su planta curva, destacándose también de otras presas coetáneas en la utilización de abundante maquinaria auxiliar y de puesta en obra. La ataguía proyectada por Severino Bello en forma de compuerta, cuya maqueta también se conserva en la presa, constituye otra curiosa aportación. Eso permitió acortar la ejecución del muro principal propiamente dicho a solo tres años, lo que suponía unos ritmos de colocación de la sillería muy superiores a los habituales.

La ejecución de la presa fue impecable, con una fábrica de excelente factura y unos elementos mecánicos de buen diseño y calidad. La presa fue construida con mampostería revestida de grandes sillares muy bien labrados, excepto algunas zonas delicadas, como los cierres de las galerías hechos en hormigón armado revestido de fundición. Las compuertas eran de fundición con todas las piezas mecánicas de bronce y siguen siendo utilizadas, a excepción de los elementos motrices sustituidos hacia 1998, al igual que las compuertas automáticas del aliviadero. Las robustas barandillas de tubo de hierro son buena muestra de las calidades empleadas en una presa diseñada para ser cómodamente operada y mantenida, al estilo de las obras hidráulicas ejecutadas por aquellos años en el Canal de Isabel II.

Enriscado en lo alto de la peña que da nombre a la presa hay un monumento, simple pero majestuoso, con un gran medallón, dedicado a Don Jorge Jordana, impulsor de las obras hidráulicas aragonesas, flanqueado por los nombres de Pantano de la Peña, Riegos del Alto Aragón, Pantano de Yesa, Canal de Lodosa, a la izquierda, y por los de Pantano de las Torcas, Pantano de Mezalocha, Pantano de Santolea, Pantano de Moneva, Congreso de Riegos, a su derecha. Jorge Jordana Mampeón fue presidente de la Federación Agraria Aragonesa y organizador del I Congreso Nacional de Riegos, celebrado en 1913 en Zaragoza.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2002. La enjundia de las presas españolas. ACS, Madrid, p.200-202.

Bello Poeyusan, Severino; 1914. Coste de las obras hidráulicas en España. En: I Congreso Nacional de Riegos, Zaragoza. 2 al 6 de octubre de 1913. G. Casañal, Zaragoza 1914: tomo II, L1-L126, p.57L.

Noticiero; 1908. Pantano de la Peña: fundación de las ataguías por aire comprimido. Revista de Obras Públicas, 1908, 56, tomo I (1730): 553-555.

Noticiero; 1910. Un triunfo de la ingeniería : el pantano de la Peña y Severino Bello. Revista de Obras Públicas, 1910, 58, tomo I (1821): 389-395.

Valoración:


Significativa

Muy alto interés

Medio referente en la memoria colectiva

Singular

Conservada según proyecto original

Impulsor de la atmósfera del lugar