Presa de Jándula


1932

PRESA|HORMIGóN
ANDALUCíA | JAéN | CAMPIñA



Descripción:

La presa de Jándula es de gravedad con planta curva y tiene 90 m de altura, produciendo un embalse de 350 Hm3 de capacidad, de fundamental importancia en aquellas fechas para la regulación del río Guadalquivir al no estar construido ningún otro gran embalse en su cuenca.

Su materialización se debe al esfuerzo del ingeniero de caminos Carlos Mendoza fundador de la empresa Mengemor, quien propuso un ambicioso plan conjunto de navegación y aprovechamiento eléctrico del Guadalquivir, de imposible regulación en el propio cauce pero factible en sus afluentes. Con el plan, Mendoza consiguió que los objetivos de regulación se considerasen parte inseparable del resto del plan y, como primer embalse propuso el de Jándula.

Para acometer una obra de tan gran presupuesto, Mendoza intentó equiparar el aprovechamiento al una obra de regadío siguiendo el ejemplo de Benjumea, lo que le permitía solicitar la construcción de la presa a cargo del Estado. El intento no tuvo éxito, pero abrió brecha para desarrollar una nueva forma de colaboración entre el Estado y los particulares que permitiera afrontar la construcción de obras hidráulicas de múltiples objetivos con costes abordables por los promotores.

Finalmente, en abril de 1925 consigue una concesión para el pantano de Jándula en el lugar denominado Charca del Fraile, cuyo articulado refleja unas condiciones muy similares a las vigentes para regadíos. El pantano quedaba como propiedad exclusiva del Estado, que se encargaba de su mantenimiento, reservándose el concesionario el aprovechamiento hidroeléctrico de las aguas embalsadas, para lo que tenía que construir a su costa la central correspondiente.

Enseguida comenzaron las adquisiciones de los terrenos afectados, en las cuales el concesionario consiguió un importante ahorro de costes al comprar tres grandes dehesas de Sierra Morena, que eran propiedad del Conde de Romanones, y al permutar después por otras tierras afectadas la parte de éstas que no iba a quedar inundada. En diciembre de 1929 se terminó el proceso de adquisición, pero la construcción del cuerpo de presa había comenzado ya en febrero de 1927. Lo remoto de la ubicación de la presa exigió importantes instalaciones auxiliares para su construcción, cuyo detalle fue recogido por el propio Mendoza.

A finales de abril de 1930, cuando faltaban todavía algunos metros de altura para llegar a la coronación, se produjo una fuerte crecida del río Jándula que superó la obra vertiendo por encima de los bloques en construcción, aunque no se produjeron daños de consideración. En 1931 se terminó la coronación y poco después el casetón que alberga el acceso a las compuertas. En 1932 se concluyeron oficialmente las obras, que fueron entregadas a primeros de enero de 1935 y recibidas por el estado en marzo de ese año.

El sistema de alivio inicial, ubicado en la margen derecha, constaba de dos aliviaderos fijos que descargan uno por un canal a cielo abierto, encajado entre la presa y la ladera, y otro por medio de un túnel, que se unían en su desembocadura vertiendo directamente desde esa altura sobre el cauce. La caída quedaba demasiado próxima al pie de presa y a la central, produciéndose socavaciones que determinaron la necesidad de reformar el sistema.

En 1937 se realizó una primera reparación y posteriormente se prolongó el canal excavando la roca, hasta alejarse suficientemente de la presa para que los vertidos no afectasen a la estructura. Igualmente, se unificó y se bajó el nivel de vertido de modo que un único labio rodea la curvada ladera donde se estriba la presa en la margen derecha.

La presa del Jándula es un excelente ejemplo de colaboración entre ingeniero y arquitecto, donde se supera la mera yuxtaposición de actuaciones y se llega a realizar un trabajo verdaderamente conjunto entre los ingenieros Carlos Mendoza como promotor, Antonio del Águila como redactor del proyecto, José Moreno Torres como director de obra, y el arquitecto Casto Fernández-Shaw.

La entrada de Don Casto en el campo de la ingeniería se produjo recién terminada la carrera en 1919 cuando entró a trabajar con los hermanos Otamendi en la Compañía Metropolitana de Urbanización de Madrid, vinculada al desarrollo del Metro de la capital. Allí conoció a Carlos Mendoza, presidente y director de obras de Mengemor, y luego presidente de la propia urbanizadora, quien tuvo oportunidad de ver un proyecto de Monumento al triunfo de la civilización de aire muy parecido a una verdadera presa, presentado por Fernández-Shaw en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920 y quiso conocer a ese arquitecto que proyectaba presas.

Mendoza había presentado ya su proyecto de canalización del Guadalquivir y solicitó su colaboración para las presas del Carpio y de Alcalá del Río, que resultó muy satisfactoria y se extendió después a las de Jándula y el Encinarejo, construidas conjuntamente.

En Jándula, Antonio del Águila había previsto una central a pie de presa que Fernández-Shaw integró en el cuerpo principal de ésta, con una solución muy creativa. En una primera idea, la central 'surgía' con fuerza desde la base del paramento con un agresivo perfil curvo flanqueado por dos cuerpos retranqueados algo más bajos, y conectada con el centro de la coronación por unos fuertes resaltos en el paramento.

En la siguiente propuesta, la central suaviza sus formas curvas como ondulaciones del propio paramento del que destaca suave y progresivamente. Del mismo modo, la caseta superior para el manejo de las compuertas de toma de la central se trasforma en un torreón que destaca sobre la coronación. Ambos elementos se configuran como suaves protuberancias de la superficie cóncava del paramento, del que despegan sin acusar ninguna discontinuidad. Se mantiene el retranqueo lateral inicial exigido por la planta, pero se adecua su perfil al del cuerpo principal de la central por medio de tres sucesivas ondulaciones que acortan primero su longitud, luego su altura y luego ambas.

De esta forma, la central surge como una prolongación del paramento de la presa con suaves formas hidrodinámicas que sugieren la posibilidad -desde luego no deseada en el proyecto, aunque ocurrida en la avenida de 1930- de acomodar una lámina de agua que resbalase por su superficie. Don Casto consigue así una perfecta integración de la central con la presa y proporciona al mismo tiempo la sugestiva imagen de una potente construcción que sujeta por arriba el río y cuya base se diluye progresivamente en él con sus mismas ondulaciones.

El resultado formal del diseño ha sido visto por la crítica con una mezcla de asombro y admiración. Antonio Barrionuevo lo ve como una metáfora expresionista del agua que se hace arquitectura. Para Félix Cabrero, La imponente presencia de la presa de Jándula, como un 'Nautilus' de piedra y de cemento, como el vientre de una ballena gigantesca, una Moby Dick anclada en el borde sereno de un lago y cubierta por ondulantes torrentes pétreos, es la hermosa metáfora de un océano en el que se sumerge el ambiguo edificio de la central, al modo de un submarino cuya maquinaria fueran las turbinas, magnífica ingeniería de una catedral moderna y con la grandiosidad de un templo antiguo.

En 1916, el rey Alfonso XIII inauguró el salto de Mengibar, y Mendoza aprovechó para participarle sus ideas de convertir en navegable el río Guadalquivir. Desde el principio, Mendoza manejó la posibilidad de producir energía hidroeléctrica en Andalucía junto a la de extensión de la navegación por el río hasta Córdoba. Ambos temas eran de bastante interés en Andalucía, donde en 1898 se había fundado la Compañía Sevillana de Electricidad -que luego absorbió todas las pequeñas empresas generadoras de la región- y en 1903 la Compañía Eléctrica del Chorro. A ello sumó Mendoza la aspiración secular de convertir en vía navegable el tramo del Guadalquivir de Sevilla a Córdoba, con lo que obtuvo el inmediato apoyo del monarca.

En marzo de 1919, Mendoza presentó al ministro de Fomento su proyecto de Canalización y aprovechamientos de energía del Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla, donde aprovechaba los 88 m de desnivel existente en los 170 km de longitud del tramo. Eligió la solución de presas y esclusas para regularizar las pendientes del cauce frente a la más cara de canal lateral, solo necesaria en un pequeño tramo próximo a Lora del Río. Para garantizar un calado de 2 m y utilizando presas de entre 5 a 10 m de altura, era preciso "crear una escalera hidráulica de once peldaños".

Mendoza, que ya había realizado aforos para calibrar la potencialidad del río Manzanares, fue consciente desde el primer momento de las dificultades que presentaba la irregularidad del río, que definía como un mozo de cuidado con variaciones de caudal de 1 a 900, y señala que será necesario pensar en alguna reserva hidráulica para épocas de estiaje. Con gran habilidad, manejó la enorme complejidad del proyecto que había presentado, subrayando las ventajas de comunicación que suponían los once puentes sobre el río y su navegabilidad, como elementos inseparables de los requerimientos al Estado que precisaba para producir más energía.

Para su proyecto, era fundamental conseguir los derechos de construcción de pantanos en la cuenca del Guadalquivir, aguas arriba del tramo navegable y propuso sucesivas fórmulas muy innovadoras para ello. Nunca ocultó que su propósito fundamental era el aprovechamiento energético, pero lo ligaba con otras necesidades y proyectos del Estado.

El caso más notable es el del pantano de Jándula, sobre el cual propuso que siendo uno de los más importantes incluidos en el plan del Estado para riegos, solicitamos que a cambio de hacernos cargo de las expropiaciones de la vía navegable, se nos concediese el derecho de construir del pantano con los mismos auxilios que la ley otorga a los regantes. Es decir, el Estado costeaba la presa, ellos costeaban la central y aprovechaban la energía de la presa y los canales, y el agua se podía utilizar para riegos.

Tras varios años de gestiones, Mendoza consiguió su propósito en el Jándula y sentó con ello las bases para el funcionamiento hidráulico del río Guadalquivir. Sobre el río se construyeron algunas presas, aunque nunca se llegó a pensar seriamente en su navegabilidad. Habiendo presentado ya su proyecto de canalización, Mendoza construyó las presas de El Carpio (1922) y de Alcalá del Río (1924) en el Guadalquivir, y posteriormente la presa de Encinarejo (1932) en el Jándula, todas ellas con la colaboración del arquitecto Casto Fernández-Shaw y bajo la dirección de Antonio del Águila, quien años más tarde sería profesor de hidráulica en la Escuela de Ingenieros de Caminos.

Entre las cerca de 30 presas construidas en los afluentes de la margen derecha, además de la presa de Jándula y la de Encinarejo, cabe resaltar las de Guadalmellato, Guadalmena, Yeguas, la Fernandina y José Torán. Entre las diez presas de la margen izquierda, cabe resaltar las de Iznájar , Canales y Quéntar en el río Genil que es el afluente más inportante del Guadalquivir, y la de Negratín en el Guadiana Menor.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2002. La enjundia de las presas españolas. ACS, Madrid, p.20, 114, 116, 204, 220-224.

Barrionuevo, Antonio; La central hidroeléctrica del embalse de Jándula y Casto Fernández-Shaw. Guadalquivir, núm. 6. Sevillana de electricidad. Citado en: García Pérez, Cristina; Cabrero Garrido, Félix; 1999. Casto Fernández-Shaw. Arquitecto sin fronteras. 1896 - 1978. Electa, Madrid.

Galnares del Coso, Victor M.; García Redondo, Nuria; Gutiérrez Abad, Ángel; 1996. La presa del Jándula y la canalización del Guadalquivir. Revista de Obras Públicas, 3356 (jul - ago 1996): 81- 90.

García Pérez, Cristina; Cabrero Garrido, Félix; 1999. Casto Fernández-Shaw. Arquitecto sin fronteras. 1896 - 1978. Electa, Madrid, p.17.

Mendoza Gimeno, Carlos; 1928. Instalaciones auxiliares llevadas a cabo para la construcción de la presa del Jándula. Revista de Obras Públicas, 2504 (1928):233-236.

Mendoza Sáez de Argandona, Carlos; 1919. Canalización y aprovechamiento de energía del río Guadalquivir. Imprenta de Blas y cía, Madrid, p.9.

Mendoza Sáez de Argandona, Carlos; 1926. Idea general del proyecto de canalización y fuerzas del Guadalquivir. Revista de Obras Públicas, 2464 (nov 1926): 423, 461-464, 481-484: 463.

Real Decreto Ley de 29 de abril de 1925, otorgando a la sociedad anónima Canalización y Fuerzas del Guadalquivir las concesiones de los aprovechamientos de energía eléctrica en el río Guadalquivir, entre Córdoba y Sevilla. (Gaceta de 1 de mayo), art. 5.

Valoración:


Significativa

Alto interés

Medio referente en la memoria colectiva

Singular

Conservada según proyecto original

Impulsor de la atmósfera del lugar