Puente romano de Mérida


siglo I a. C.

PUENTE|PIEDRA
BADAJOZ | MéRIDA | AVENIDA VICENTE SOS BAYNAT



Descripción:

El puente se defiende y persigue al río sin dejarlo escapar. Su configuración actual es resultado de sucesivas ampliaciones originadas por el desplazamiento del río. En realidad, no se trata de un puente sino de tres puentes sucesivos pero, al mantener la continuidad, su dignidad permanece intacta y la obra se ennoblece al aumentar su longitud.

Es un arquetipo de los cruces bajos y largos sobre cauces divagantes e irregulares.Se trata de un paso largo sobre el amplio y poco definido cauce de un río irregular. Junto con el puente de Alcántara ha desarrollado una relación de necesidad entre los problemas estructurales e hidráulicos específicos y su articulación morfológica, convirtiéndose en referente obligado para todos los puentes construidos posteriormente.

Aporta una importante característica morfológica, con la presencia de arquillos de aligeramiento sobre las pilas, luego repetida en otros tipos romanos y en muchos puentes posteriores. Estos arquillos cumplen funciones hidráulicas al proporcionar mayor superficie de desagüe, resistentes al disminuir los empujes de la corriente sobre las pilas, y económicas al ahorrar material con la creación de vacíos. También desempeñan un claro papel compositivo, pues permiten estructurar el alzado y aligerarlo visualmente para evitar el efecto pared provocado por una fábrica continua.
En los primeros puentes romanos, estos arquillos se colocaron preferentemente sobre las pilas, abriendo un hueco entre los dos arcos principales. Se formó así una especie de macla característica, centrada sobre la pila y con el arquillo sobre el tajamar, donde confluían los arcos principales. Esta elegante disposición, luego repetida muchas veces, tuvo su más brillante referente en el puente Fabricio en Roma, donde el arquillo central consigue una asombrosa levedad de pila y tímpanos, con un eficiente empleo del material que equilibra lo hidráulico y lo resistente, e introduce para siempre el ritmo alterno de arcos y arquillos. Esta innovación tuvo una enorme trascendencia estética y marcó el carácter de muchos puentes de piedra durante varios siglos.

La isla y la escasa profundidad del río fueron las razones de mayor peso para establecer el emplazamiento del puente que permitiría salvar el río con regularidad, sin depender de la corriente. La ciudad se ubicaría en las suaves colinas de la margen derecha y, para reforzar su elevación frente a las crecidas, se construyó a lo largo de casi toda la ciudad un fuerte dique de mampostería, con contrafuertes de sillares.

En Mérida, ciudad y puente nacen al unísono, en función de unas específicas características del río. Con el tiempo, el río migró hacia el sur y hubo que alargar el puente en varias ocasiones, dando lugar, en palabras de Carlos Fernández Casado, no a un puente sino a una sucesión de puentes enlazados, de características distintas pero similares.

Fernández Casado distingue tres puentes de distintas épocas, un puente romano, otro del siglo XVII y otro del siglo XIX. Numerando los 60 arcos desde la ciudad, hay un primer tramo romano del arco 1 al 10 hasta el primer descendedero; luego un tramo del XVII con los arcos del 11 al 15; luego un segundo tramo romano desde el arco 16 al 36 donde está el segundo descendedero, pero con dos interrupciones del XIX correspondientes a los arcos 21 y 22, y a los arcos 29 a 33; por último el tercer tramo romano con los arcos 37 al 57, más tres arcos 58 a 60 actualmente enterrados.
El tramo del siglo XVII reúne las características de la arquitectura de esta época, geométrica y tirante, con tajamares triangulares cortantes rematados con sombreretes piramidales y tímpanos lisos. El del siglo XIX tiene pilas de sección simétrica con frentes semicilíndricos, sombreretes cónicos y bóvedas de ladrillo con aristas de sillería.
En los tramos romanos, el más próximo a la ciudad es el más primitivo, de época republicana, con anchura de pilas entre la mitad y las tres cuartas partes del vano. Deriva de los primeros puentes de la Roma antigua y tuvo un enorme arraigo en épocas posteriores, sobre todo en España. El tramo más antiguo es el central, que está en la madre del río y es el que más ha sufrido la corriente. El tercer tramo romano es más tardío, de época de Trajano, y es un puente de muchos vanos muy amplios.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2007. El carácter de los puentes españoles. ACS, Madrid, p.68, 85-86, 89 y 299.

Álvarez Martínez, José María; 1983. El puente romano de Mérida. Museo Nacional de
Arte Romano, Patronato Nacional de Museos, Badajoz:16.

Arenas de Pablo, Juan José; 2002. Caminos en el aire : los puentes. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puentes, Madrid. (Colección de Ciencias, Humanidades e Ingeniería, 57). Vol. 1, p. 160.

Fernández Casado, Carlos; 1981. Historia del puente en España. Instituto Eduardo Torroja, Madrid, p.29-60.

Fernández Casado, Carlos; 1953. Estudio histórico del puente romano de Mérida. En: Fernández Casado, Carlos; 1953. "Puente sobre el río Guadiana en Mérida (Badajoz). Memoria." Archivo General de la Administración, Obras Públicas: 17203, Alcalá de Henares.

Fernández Casado, Carlos; 1953. Puente sobre el río Guadiana en Mérida (Badajoz). Memoria. Archivo General de la Administración, Obras Públicas: 17203, Alcalá de Henares.

Fernández Casado, Carlos; 1959. Puente de Mérida, Segundo reformado de terminación de la obra. Memoria. Archivo General de la Administración, Obras Públicas: 17204, Alcalá de Henares.

 

Valoración:


Muy relevante

Alto interés

Muy alto referente en la memoria colectiva

Singular

Conserva vestigios de distintos periodos

Impulsor de la atmósfera del lugar