Puente O Pedrido


1941

PUENTE|HORMIGóN ARMADO
GALICIA | LA CORUñA | BETANZOS



Descripción:

La ría de Betanzos es navegable en su primer tramo, por lo que desde 1929 las especificaciones para el puente se concretaban en un puente móvil o uno fijo de rasante alta, que debían dejar un canal navegable de 70 m de anchura. Razones de coste y mantenimiento decantaron la solución hacia un puente fijo de 21,4 m de gálibo en pleamar equinocial.  Con estas condiciones, el puente quedó constituido por trece arcos de hormigón poco armado de 32 m de luz, rebajados a 1/2, diez en la margen izquierda y tres en la derecha, flanqueando al vano principal de 75 m de luz apoyado en dos pilas estribo. Todas las pilas se cimentaron sobre pilotes de hormigón armado construidos in situ.

Cuando se proyectó, el arco central era el tercero del mundo por su luz, aunque en los 12 años transcurridos desde entonces se había construido alguno más y se había perfeccionado el tipo de arco atirantado. En el proyecto de terminación redactado después de la guerra, Villalba utilizó un arco de 75 m de luz y 12,5 m de flecha con dos articulaciones y tablero inferior, apoyado cada 3,6 m en viguetas transversales prefabricadas, colgadas de péndolas espaciales.  El proyecto estaba basado en la experiencia conseguida en otros grandes arcos realizados por Villalba y sobre todo en su proyecto de puente de Brenes sobre el Guadalquivir en Sevilla. Utilizó armadura rígida para el arco, ahora formada por perfiles laminados soldados eléctricamente, y diseñada para ser montada en tres tramos. Por su parte, las péndolas suponían una decidida apuesta por el hormigón, con dos cuadradillos zunchados con una espira de 5 cm, a fin de evitar la fisuración de las secciones de 18x10 cm de las péndolas, al igual que los tirantes o largueros inferiores, construidos de manera similar.  Una de las mejoras sustanciales fue la introducción de una articulación en la clave de la armadura metálica, a 0,3 m por debajo del eje, que no se suprime hasta terminar el hormigonado de todo el puente, primero del arco y luego del tablero. Para la ejecución del puente, Villalba utilizó la ayuda del equipo que trabajaba en el viaducto Martín Gil, incluyendo a Eduardo Torroja.

Formalmente, el puente presenta pocas concesiones al ornato y se enmarca en una austeridad de materiales, probablemente originada por las duras condiciones de posguerra, pero muy en sintonía con las tendencias de modernidad que empezaban a aflorar en la ingeniería europea del hormigón. Quizás el remate superior de las pilas estribo no sea muy afortunado, con una cornisa de dudosa posición en altura y mal rematada por el lado de los accesos, y un par de pináculos en coronación que resultan algo cortos para subrayar el final del arco.  Resulta, sin embargo, muy acertada la proporción entre los espesores de montantes y arcos de los accesos, también sugerida por la relación de péndolas y arco principal cuyas dimensiones y funciones son radicalmente distintas, así como el papel unificador de la sobria barandilla, muy bien encajada en toda la longitud del puente.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2007. El carácter de los puentes españoles. ACS, Madrid, p.138

Villalba Granda, César; 1944. El puente del Pedrido. Revista de Obras Públicas, 1944, 92, tomo I (2746): 75-88; 1943, 91, tomo I (2743): 500-513

Valoración:


Escasa

Muy alto interés

Muy alto referente en la memoria colectiva

Singular

Conservada según proyecto original

Impulsor de la atmósfera del lugar