Puente Euskalduna


1996

PUENTE|ACERO
PAíS VASCO | VIZCAYA | GRAN BILBAO



Descripción:

El puente de Euskalduna se puede considerar como una celosía compleja, con una planta curva de 120 m de radio más un tramo recto suplementario, que enlaza la plaza de los Sagrados Corazones de Bilbao, situada en lo alto, con la ribera de Deusto al nivel de los muelles del río.

El tablero se desarrolla en un vano central de 113 m y dos laterales de 75,4 m, y está constituido por un dintel recto, mixto y pretensado en forma de gran viga en Z, que resulta de la conjunción de una celosía horizontal, otra vertical y una viga cajón horizontal en la parte inferior, que trabajan conjuntamente en una unidad estructural. El canto del cajón con la losa del tablero es de 2 m, mientras la celosía -que está algo inclinada hacia el exterior de la curva- tiene 6 m de canto con un cordón superior que alcanza los 2 m de ancho. El ala triangulada de la parte superior de la viga en Z mide unos 10 m de ancho y actúa como cubierta de la zona dedicada a acera de peatones.  La celosía de gran canto resiste primordialmente la flexión longitudinal, pero también actúa como ménsula empotrada en el cajón para recoger la componente radial de los esfuerzos axiles de los cordones superiores, producidos por la curvatura de la planta. El plano horizontal superior reparte esos esfuerzos -dirigidos en la zona de apoyos hacia adentro de la curva y en los vanos hacia afuera- a lo largo de toda la viga.  El tablero tiene una anchura de 27 m, de los cuales 14 m son para vehículos, 9,5 m para peatones en la banda externa de la curva, y el resto se dedica a la celosía y las defensas. El cajón estructural tiene 10 m de ancho en su cara inferior, está realizado con chapas de 20 a 60 mm y tiene cinco almas, una central y dos a cada extremo para resistir la rodadura, dado que el montaje se efectuó por empuje desde las dos orillas.

Se trata de un puente de una radical novedad, que obliga a replantearse los criterios habitualmente utilizados por la ingeniería civil para valorar sus obras. Funcionalidad y belleza resultan criterios pobres para valorar este puente que se sale de todos los esquemas: cómo no va a ser funcional un puente de esa categoría y poco añade el que sea bello o deje de serlo, dado su extraordinario carácter. Para entender lo que significa el puente de Euskalduna para la Ingeniería Civil, es necesario elaborar un discurso crítico, fundado en un conocimiento completo del puente y en unas categorías de análisis bastante más elaboradas que esos dos criterios tan generales. Probablemente, eso es necesario para todos los puentes, pero aquí resulta imperativo. En Euskalduna, la coherencia entre lo resistente, lo constructivo y lo morfológico es total y absoluta. Su planta curva se inserta correctamente en la ciudad, a la vez que respeta la preeminencia del río, y expresa claramente la separación de calzada y acera cubierta, por medio de la celosía principal. Su sección explica el esquema resistente transversal con una viga cajón, e involucra la cubierta peatonal en la resistencia torsional exigida por la planta curva. Su alzado muestra de nuevo respeto al río, cruzándolo a nivel, y asciende recto hasta el otro estribo para entroncar diametralmente con la plaza de los Sagrados Corazones en el mismo centro de la ciudad.  La forma resultante recoge la perfecta compenetración de planta, alzado y sección, tradicionales recipientes de lo funcional, lo formal y lo tecnológico. Su proceso constructivo por empuje del cajón con su celosía principal, y posterior terminación de losa y cubierta, evidencia la congruencia con lo resistente. En Euskalduna, cada detalle resuelve con brillantez un problema concreto, pero todo es partícipe del diseño global cuya rotundidad, a su vez, solo se comprende con la aportación de cada uno de los detalles.  Pero esa plenitud no solo es apreciada por los técnicos: automovilistas y viandantes también disfrutan de sus sutilezas. La celosía encauza y dinamiza el paso de vehículos por el interior de la planta curva y, a la vez, protege de ese tráfico a quienes van a pie por la acera cubierta. Permite contemplar el nuevo esplendor del Nervión con calma y cobijado: quizás por ello, es el puente más apreciado por los bilbaínos.  El puente de Euskalduna hace realidad aquel principio de perfección enunciado por Alberti: en la obra bien concebida, nada puede agregarse, quitarse o modificarse sin dañar el conjunto. Pero, además, el puente no se limita a sí mismo: se inserta bien en la ciudad, y la gente lo usa y lo aprecia.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2007. El carácter de los puentes españoles. ACS, Madrid, p.276-277.

Aguiló, Miguel; 2008. Forma y tipo en el arte de construir puentes. Adaba, Madrid.

Aguiló, Miguel; 2013. Qué significa construir. Claves conceptuales de la Ingeniería Civil. Abada editores, Madrid, p.70.

Aguiló, Miguel; Manterola Armisén, Javier; Onzain, Mario; Rui-Wamba Martija, Javier; 2004. Javier Manterola Armisén. Pensamiento y obra. Fundación Esteyco, Madrid

Manterola Armisén, Javier; Fernández Troyano, Leonardo; Astiz Suárez, Miguel A.; Gil Ginés, Miguel A.; Martínez Cutillas, Antonio; 1998. Puentes en celosía. Revista de Obras Públicas, 1998, 145 (3373): 7-49.

 

Valoración:


Escasa

Muy alto interés

Alto referente en la memoria colectiva

Muy singular

Conservada según proyecto original

Impulsor de la atmósfera del lugar