Puente de Amposta


1922

PUENTE|ACERO Y HORMIGóN ARMADO
CATALUñA | TARRAGONA | EL MONTSIá



Descripción:

El terreno y la profundidad de las aguas del río encarecían las cimentaciones, por lo que Ribera presentó al concurso una solución colgada. Frente a las posibles reticencias generadas por este tipo de puentes, Ribera aduce que los dos principales problemas, de fabricación de los cables y de rigidez de los tramos, ya han sido debidamente resueltos. Y recuerda las opiniones de grandes ingenieros, como Arnodin, Résal, Morandière y Croizette- Desnoyers en sus clásicos libros sobre puentes.

En este sentido, entre las incorporaciones de Ribera destacan el tablero de hormigón armado frente al firme de piedra sobre palastro, los cables inclinados en la proximidad de las pilas, y la barandilla rígida constituyendo una viga armada.

El tramo central tiene 134 m de luz y sus 86 m centrales se sustentan de los cables principales, en número de seis a cada lado del tablero, mientras que los tramos extremos de 24 m están sostenidos por cables oblicuos, también en número de seis a cada lado, que son los que aseguran la rigidez del puente. Los cables de suspensión pasan libremente sobre un carro de dilatación situado sobre las pilas y se amarran en los macizos de anclaje. Los cables oblicuos se compensan con dos cables de retención, y pasan sobre poleas del carro, dispuesto sobre rodillos en la pila. Para el diseño de la parte metálica y los cables, un campo en el que no tenía experiencia alguna, Ribera se asoció con la constructora de los puentes de Arnodin, que ya había realizado en España un par de transbordadores aéreos y cuatro pasarelas sobre el Miño.

La sección transversal está formada con viguetas metálicas formadas con chapa y perfiles, situadas a 1,25 m, en las cuales se apoya un forjado de hormigón armado de 0,12 m de espesor. Los andenes son de chapa estriada de 7 mm de grueso. La viga de rigidez que sirve de barandilla tiene 1,4 m de altura y se forma con montantes circulares de fundición, diagonales articuladas de acero dulce, y largueros de hierro Zorés, formando pasamanos. Los accesos se proyectaron con altos muros corridos, en lugar de terraplenes, por mayor seguridad de la obra.

De acuerdo con la ya clásica doctrina sobre los puentes urbanos y rurales, que él ya había aceptado explícitamente en su autocrítica sobre el puente del Pino, Ribera justifica la solución adoptada para las pilas en la importancia de la villa de Amposta, que había aportado una cantidad a la construcción del puente: A este efecto, las hemos proyectado con una decoración adecuada a la importancia del puente y al papel que desempeñan los diferentes elementos de estas pilas.

Sobre la pila propiamente dicha, afirma que será proyectada con sencillez y de mampostería hidráulica careada en sus paramentos, con ángulos de sillería, se elevará una puerta de entrada al puente, que servirá al propio tiempo para apoyar los cables del tramo. Estas puertas se construirán de sillería y mampostería, todo ello con mortero hidráulico de Pórtland. Sobre la parte central del arco se elevarán unas arcadas que llevarán los escudos de España y de la villa de Amposta. Con objeto de reducir en lo posible la carga sobre la parte superior del arco, se aligerará el macizo sobre dichas arcadas por medio de cañones de cemento armado a lo largo de las mismas, y una terraza del mismo material en la parte superior de las arcadas, quedando hueco el espesor intermedio.

Durante 2007 el puente está siendo sometido a una importante restauración, de la cual ya se han terminado las pilas, que lucen con su máximo esplendor como si estuvieran recién estrenadas y siguen siendo soberbias. Por el diseño de estas pilas y, sobre todo, por el del puente de Maria Cristina en san Sebastián, Ribera ha sido injustamente tratado como de gusto dudoso por una crítica actual poco reflexiva.

Se trata de una crítica cuanto menos anacrónica pues, cuando Ribera diseñó el puente colgante de Amposta, las formas simplificadas y fluidas del funcionalismo del hormigón todavía no estaban presentes y tardarían años en generalizarse. La ingeniería civil era necesariamente ecléctica, al trabajar con unas dimensiones muy superiores a las habituales en la construcción de edificios.

Desde esa perspectiva, el diseño de las pilas del puente de Amposta se puede considerar como contenido y se inscribe en un tratamiento de materiales muy habitual en todo tipo de puentes de piedra, con dovelas, aristas y aristones de sillería y tímpanos de mampostería concertada. El arco, por ejemplo, es monumental pero no cae el desvarío goticista típico de muchos puentes alemanes, gracias a su proximidad a la parábola que es una forma más tecnológica. Consigue la monumentalidad por la fuerte imposta de arranques y por el realce de la clave.

Por encima del arco hay una cierta proliferación de elementos, con cornisas, canecillos, y estrías en torno a los tres arquillos de aligeramiento. Las sillas de los cables se apoyan en dos macizos laterales que visualizan bien los empujes verticales, aunque su traslado hacia abajo es más problemático por la presencia de la cornisa. Sin duda, ésta es algo excesiva ya de por sí y sobre todo por los canes tan marcados, de manera que afianza la independencia del cuerpo superior al arco convirtiéndolo en algo sobreañadido.

El problema estético de la pila no está pues en ningún exceso decorativo -dado que el florón superior es casi una anécdota- sino en el empleo de algunos elementos en sentido contrario a la esencia de la pila. La obligada unidad de los dos apoyos de los cables en una única pila, necesariamente horadada para permitir el paso de vehículos sobre el tablero, viene perturbada por la introducción de un corte horizontal, que es estructural y visualmente ambiguo.

Por otra parte, el diseño de las pilas resuelve bien la disimetría de las márgenes, abrupta en la izquierda donde se asienta la ciudad y tendida en la derecha, donde la pila presenta un arco inferior bajo el tablero que aporta monumentalidad y está muy bien encajado en el diseño. Es en este lado donde mejor se entiende la pila, cuya altura completa proporciona suficiente potencia para minimizar el desacierto de la cornisa.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2007. El carácter de los puentes españoles. ACS, Madrid, p. 240-241.

Ribera Dutaste, José Eugenio; 1914. Puente colgado sobre el río Ebro en Amposta (Tarragona). Revista de Obras Públicas, 1914, 62, tomo I (2039): 527-532; (2040): 539-545; (2041): 551-555:528.

Valoración:


Significativa

Alto interés

Muy alto referente en la memoria colectiva

Muy singular

Conservada según proyecto original

Impulsor de la atmósfera del lugar