Presa del Eume


1960

PRESA|HORMIGóN
GALICIA | LA CORUñA | EUME



Descripción:

La presa de Eume (1960) es una preciosa bóveda de 108 m de altura, diseñada por Luciano Yordi y situada en una excelente cerrada granítica, al inicio de un tramo encajado del río Eume. Aguas abajo de la presa, el río permanece clavado entre dos abombadas laderas de granito, que muestran su milenaria descompresión en la pérdida de las capas superiores a modo de enormes bulbos deshojados.

Su diseño supone un importante paso en el desarrollo de presas bóvedas españolas, en total consonancia con las más destacadas realizaciones europeas, y pone de manifiesto un claro afán de incorporar mejoras conceptuales, en la mejor de las tradiciones innovadores de la ingeniería. Yordi aprovechó las buenas condiciones geológicas de la cerrada y encajó una bóveda de doble curvatura, capaz de aliviar por coronación, dando por tanto un salto cualitativo respecto al anterior logro de Santiago Corral en La Cohilla.

El proyecto de la presa del Eume está lleno de sutilezas. De entrada, la falta de continuidad de la coronación produce una sorpresa inicial, sobre todo cuando el estribo opuesto está encajado en la ladera y carece de acceso. Las dos pilas del aliviadero sirven para organizar la lámina de agua en tres vanos, pero son elementos exclusivamente hidráulicos y no soportan ningún tablero, aunque parecen esperarlo. Tratándose de una obra de tanta perfección, no cabe pensar en olvidos o ahorros, sino en una deliberada ausencia que es un acierto. La apertura de la presa hacia el cielo muestra el paso abierto para el flujo del agua sobrante, enseña su vía de salida. Recuerda que la presa sujeta el agua pero se subordina a su escape y ofrece una salida por la puerta grande, centrada y remarcada por la estructura. La presa permanece así 'abierta' para ser superada cuando los acontecimientos hidráulicos triunfen sobre la voluntad de contenerlos. Acepta su subordinación al río que regula, muestra un reconocimiento explícito de fuerzas superiores que no aspira a sujetar, sino solo a encauzar y lanzar aguas abajo para que sigan su curso.

La articulación del paramento con la ladera es otro ejercicio de sensibilidad. Un plinto de ajustadas dimensiones bordea la bóveda y la proporciona un confortable apoyo sobre las laderas. Abajo en el cauce, regruesa su planta con suaves curvas de acuerdo y aumenta de espesor para alojar el cuenco sobre el que vierte el aliviadero situado cien metros más arriba. Lateralmente, los muros de guiado del flujo se retraen hacia los márgenes y suben por la ladera, dando lugar a unos planos triangulares inclinados que ayudan a elevarse a la bóveda. Lo hidráulico y lo constructivo se acoplan de forma sencilla y muy eficiente.

Barandillas, escaleras, pasarelas y demás elementos auxiliares muestran un contenido diseño que, unido al cuidadoso ajuste de la bóveda a su cerrada, a lo acertado del aliviadero abierto, y a lo eficiente del cuenco, dan lugar a una de las presas españolas más brillantes de todas las épocas.

La elección del motivo puede también desembocar en soluciones imposibles. Los motivos figurativos más retóricos, como las águilas imperiales o las criaturas hieráticas, producen poca sorpresa por estar tradicionalmente asociadas a lo monumental y, en algunos casos, dan resultados aceptables. Los intentos de mayor abstracción, en cambio, corren mayores riesgos y solo la valía de sus creadores puede salvar la obra. En las presas bóveda, un recordatorio más neutro muy utilizado es la sección de la presa: el orgullo asociado a la búsqueda ingenieril de ligereza se muestra en perfiles a escala, a veces con galerías incluidas, que llegan a trasladarse a los balaustres de la barandilla o a los tiradores de las puertas.

Primero surgió la bóveda como sólido de revolución engendrado por un perfil triangular, siendo sus paramentos superficies cónicas o cilíndricas. En un segundo momento, se emplearon las bóvedas de ángulo constante, en las cuales el centro del arco se desplaza hacia atrás según aumenta la altura, buscando un ángulo óptimo de unos 135 º a todos los niveles, con lo cual los paramentos ya no son de revolución. En la tercera etapa surgen las bóvedas de doble curvatura, cuyo perfil se curva hacia aguas arriba para neutralizar con su peso las tracciones originadas en el pie de aguas arriba por el empuje del agua. Adicionalmente, con ello desaparecen las tracciones en el paramento de aguas abajo y se hace posible el vertido por coronación al separarlo del pie de presa (Presa de Eume, 1960). Por último, se utilizan bóvedas de arcos policéntricos o parabólicos, con lo que la curvatura horizontal decrece hacia arranques para acomodarse al alivio de cargas en los entronques del arco con la ladera (Belesar, 1963).

Sin una vinculación específica con estos sistemas hidráulicos, aunque sí con los energéticos, se mencionan las presas de Portodemouros y Eume, situadas en Galicia.

Las grandes realizaciones hidroeléctricas producen importantes bóvedas que consiguen desterrar los ancestrales recelos sobre su comportamiento y consagran la idoneidad del tipo para determinadas características de forma y geología de las cerradas. La presa del Eume abre un prometedor camino de refinamiento de cálculo e integración de funciones hidráulicas y resistentes, mientras que la ligeramente anterior de Canelles cierra una vía de diseño basado en ensayos sobre modelo reducido.

FMA

Bibliografía:

Aguiló, Miguel; 2002. La enjundia de las presas españolas. ACS, Madrid, p.17, 25, 65, 248-250.

Yordi de Carricarte, Luciano; 1956. Consideraciones sobre la doble curvatura de la presa del Eume. Revista de Obras Públicas, 2889 (enero 1956): 16-20.

Valoración:


Significativa

Alto interés

Medio referente en la memoria colectiva

Singular

Conservada según proyecto original

Impulsor de la atmósfera del lugar